Una piel bronceada es una buena preparación para poder disfrutar del sol al aire libre en verano.
La piel activa 2 mecanismos de protección si tomas el sol. El primer mecanismo es el bronceado, este moreno bonito y saludable que nos hace sentir más guap@s y felices. Tu piel crea el bronceado tanto bajo los rayos UV de nuestros solarios como los del sol natural.
El segundo mecanismo de protección (menos conocido) es el aumento del grosor de la capa más exterior de la piel, la epidermis. Esta protección se crea sobre todo bajo el efecto de los rayos UVB. Estos mismos rayos también activan la producción de melanina (pigmento del bronceado) en la piel y la producción de la Vitamina D. Este segundo mecanismo generalmente ofrece una protección superior a la piel que el propio bronceado. En nuestros solarios en todas las sesiones hay UVB presente. En cambio si tomas el sol al aire libre solo encuentras UVB durante unas pocas horas al día y solo en primavera y verano.
Los dos sistemas de protección juntos pueden llegar a ofrecernos hasta una protección SPF 10. Esto ocurre después de varios tratamientos de bronceado seguidos. Si solo haces un tratamiento (unas 10-12 sesiones de sol) en nuestros solarios es muy probable que creas un SPF natural hasta factor 4. Esto quiere decir que si tu piel sin ninguna protección empieza a enrojecerse bajo los rayos UV a los 9 minutos, con tu SPF 4 natural, del bronceado y el aumento del grosor de la piel, podrías llegar a tomar el sol hasta 36 minutos sin protección y sin llegar al enrojecimiento de la piel. Si quieres estar más tiempo al sol, entonces necesitarás sistemas de protección adicionales como puede ser una buena crema protectora SPF, ponerte ropa, o bien buscar la sombra para evitar una sobre-exposición a los rayos solares.
Solmanía te recomienda tomar el sol con moderación y de manera responsable e inteligente, sin quemarte.